Valentina vivía en un castillo, en la orilla de la lejanía, más allá de lo muy alto. La princesa no entendía por qué la reina y el rey pasaban todo el día fuera de casa. Ellos le decían que tenían que trabajar, peroValentina no conseguía entender por qué una reina y un rey tenían que trabajar . ¿Por qué tenían que bajar allí del castillo? ¿Por qué tenían que subir y bajar tantas y tantas veces?Sólo quien se aproximaba a Valentina se daba cuenta de que la princesa tenía orejas de soplillo para escuchar el cuchicheo de las nubes y piernas largas para saltar sobre los pensamientos. La risa de Valentina se desparramaba por su rostro tal que gato desperezándose. Y tenía también unas enormes gafotas plantadas allí, frente a los ojos, como paraguas transparentes. Y además de todo, nadie le explicaba con claridad a la niña donde quedaba ese tal Todo. Hasta que un día se decidió a conocer el Todo de cerca.