Dos versiones de un mismo dibujo;de Magritte, Ceci n'est pas une pipe. La primera versíón es ya inquietante y pcóvóca una serie de interrogantes: la relación contraste de imágenes y palabras en Magritte, el significado de la negación: Pero la otra versión aún es más deseoncertante, porque las pipas son dos, una suspendida en el vacío y ia otra inscrita en una tela: los interrogantes se multiplican. No ya una sola contradicción entre una imagen «representante» y la frase a ella referida, sinó; dentro de un mismo cuadro; Ia contradicción entre representante y representado; entre imágen y original. Según Foucault, Magritte ha puesto en crisis uno de los principios básicos de la pintura occidental: «la equivalencia entre el hecho de la semejanza y la afirmación de un ligarnen representativo». En los cuadros de Magritte no se representa, no se afirma nada: «el juego infinito de las semejanzas, se repliega incesantemente sobre sí mismo, sin reenviar a ningún original. Y paradójicamente, puesto que sus figuras pueden con mayor clamór desvincularse de toda respónsabilidad figurativa; Magritte es el menos abstracto de los grandes pintores modernos. Para Foucault, este ensayo sobre Magritte es una ocasión para retomar los temas de Las palabras y las cosas. De hecho, se originó a partir de algunas sugerencias del propió Magritte, (como muestran sús cartas, publicadas como apéndice) y está estrechamente ligada a la obra mayor del fifósofo francés: su tratamiento sobrepasa los confines del ensayo érítico para investir las más antiguas oposiciones de nuestra civilización alfabética: mostrar y nombrar, figurar y decir, reproducir y articular, imitar y significar, imitar y Ieer».