Saltando con fluidez del esperpento al horror, Amado monstruo registra la insólita conversación de dos personajes aparentemente muy dispares, de los que se descubre, a lo largo de sus escaramuzas verbales, un vinculo común: la obsesión por una madre posesiva. Uno de ellos, Antonio comete a los treinta años su primer acto de rebeldía y desafiando a su madre que lo tiene prácticamente secuestrado, acude a una entrevista para solicitar el empleo de guarda jurado en un banco.