Los personajes literarios no son seres de papel sino criaturas vivas que llevan una existencia autónoma en el interior de los textos, llegando en ocasiones a cometer crímenes a espaldas del autor. Sin haberlo comprendido, Conan Doyle deja que Sherlock Holmes se equivoque en su más famosa investigación, El perro de los Baskerville, y acuse erróneamente a un pobre animal, permitiendo que el auténtico asesino escape de la justicia. Este libro restablece la verdad. Al igual que Investigación sobre Hamlet y ¿Quién mató a Roger Ackroyd?, El caso del perro de los Baskerville es una obra de «crítica policial» que apunta a resolver enigmas criminales al tiempo que desarrolla una reflexión sobre la literatura.