El hecho de que no exista una especialidad de medicina de urgencias hace que los médicos que actúan en esa área empleen procedimientos diferentes. El resultado es una dispersión de conductas diagnósticas y terapéuticas que puede conllevar olvidos e, incluso, conducir a \'malapráctica\'. El establecimiento de una normativa obliga a escoger entre varias opciones posibles, todas ellas correctas, para unificar la actuación de todo el personal de urgencias.