El mundo digital no sólo ha cambiado nuestra imagen del mundo, sino también nuestro uso de los sentidos, en especial el tacto y la mirada. Éste es un ensayo, documentado y repleto de sugerencias, que apuesta por una ética del "mínimo común", acorde con la nueva era de la información. Pero también es una llamada a la recuperación de los sentidos y del contacto personal, como la otra clave de una ética válida para nuestro tiempo.