Galicia se nos presenta como una espléndida sifonía de ritual y simbolismo. Pero ritual y simbolismo no son entes etéreos; provienen de una simbiosis con el medio, con las formas de agrupación; dimanan de las formas de convivencia, de los pequeños quehaceres cotidianos. El municipio, la parroquia, la aldea y la casa, con sus tipos de familia y sistemas hereditarios, nos ofrecen las coordenadas desde las que hay que partir si queremos comenzar a entender los problemas -y respuestas culturales- de este grupo humano y también de parte de su historia.