Hay veces en que tratar de restaurar un edificio es más complicado que construir uno nuevo, no sólo por el valor histórico de la parte que hay que conservar, sino también debido al estado de la propia estructura, puesto que casi nunca sabemos la condición en que se encuentra antes de iniciar el proyecto. Por otra parte, el hecho de trabajar en un edificio ya existente constituye un reto para cualquier arquitecto, ya que supone desarrollar una serie de estrategias adaptativas muy diferentes de las que se adoptarían en una nueva construcción. La sensibilidad del arquitecto que lleva a cabo la renovación de un edificio es de primordial importancia, ya que debe aunar los deseos del cliente con la realidad de la estructura. Las estrategias que sea capaz de elaborar dentro de los límites del presupuesto fijado determinarán la forma definitiva del edificio.