El narrador, asediado por el invierno en un hotel de Roma, evoca para curarse de sus accesos de angustia, antiguas aventuraa en el corazón del Sur, en tiempos de juventud. Resulta así un desdoblamiento en dos ciudades y edades distintas, con máscaras alternas, en vaivenes ente abandono e impostura, entre desahogos ingenuos y astutos desvaríos.