Una pareja de cónyuges a lo largo de su abrumadora y desopilante coexistencia logra despojarse de todo aquello que durante décadas los une y a la vez los separa. Nicolás Lobato y Jacqueline Cascorro distan mucho de poder equipararse con Paolo y Francesca, Abelardo y Eloísa, Romeo y Julieta y cualquier pareja de amantes célebres; son, en todo y por todo, su revés: un par de náufragos, de desdichados minúsculos protagonistas de nuestro tiempo. Sergio Pito¡ se acoge al dulzón sentimentalismo del bolero, a la crueldad macabra que permea buena parte del humor popular de su país, y combina esos elementos en su propia visión, desaforada y romántica, de la realidad novelesca. La vida conyugales una narración que clausura un ciclo -un tríptico, lo llama su autor- que incluye El desfile del amor y Domar a la divina garza. Se trata de tres novelas autónomas, sin personajes circulando por el abigarrado tejido que las conforma. Tampoco hay en ninguno de esos libros situaciones que encuentren una correlación en los otros volúmenes. Los vasos que las comunican están misteriosamente disimulados. Existe, desde luego, una irradiación común, un tono carnavalesco, irreverente, zumbón y disparatado en todos y cada uno de los fragmentos del tríptico. El amor, excluido en las novelas anteriores, surge, aunque sea de manera su¡ generis, en este final de juego.