Este libro nos recuerda que todas las necesidades humanas son profundas cuestiones del pensamiento. El persistente desasosiego causado por la mayoría de los lugares públicos que el hombre proporciona al hombre en la actualidad, impulsa a analizar las condiciones visuales que influyen en el efecto psicológico de la arquitectura. Arnheim plantea que un edificio es en todos sus aspectos un hecho del espíritu humano. Es la experiencia de la vista y el sonido, tacto y calor, frío y comportamiento muscular, así como los pensamientos y esfuerzos resultantes. Argumenta que el hambre, el frío y el miedo están en iguales condiciones que la necesidad de paz, intimidad, espacio, armonía, orden y color, y que, el bienestar de los seres humanos no se consigue tan solo con un buen sistema de cañerías interiores, calefacción y aislamiento, sino con luz, orden visual, espacio proporcionado, etc. El capítulo final está dedicado por entero a la interrelación entre función y expresión visual derivada de ella.