Un niño camina tranquilamente y sin prisa por la calle. Con la mochila en la espalda, vuelve del colegio a pie. Sigue tan absorto que tiene la impresión de que nada lo sacará de su recorrido. Sin embargo, al encontrarse con un charco, no se resiste. Suelta la mochila y se sumerge de cabeza. Y la vuelta del colegio se convierte en diversión, placer y alegría.