En septiembre de 1967, Robert Smithson emprende un viaje con su cámara fotográfica Instamatic por Passaic, su ciudad natal, convertida entonces en un suburbio deprimente de Nueva Jersey. Este texto da cuenta de lo que allí encontró- un paisaje fascinante conformado por los restos de un territorio industrial desolado pero, no obstante, con una gran capacidad de evocación. El viaje de Smithson interpreta las instalaciones industriales devastadas en términos estéticos, como ruinas capaces de alcanzar la inmortalidad del monumento, como memoria de un paisaje industrial agotado y entrópico. Con este texto se inaugura una nueva manera de entender lo pintoresco, apuntando a un cambio sustancial en la sensibilidad de la tradición paisajística norteamericana.