Desde la fatwa contra Salman Rushdie, los asesinatos de escritores han proliferado en Irán, Argelia, Afganistán y Egipto. Pero la censura también ha ido adquiriendo formas menos identificables que instalan por doquier el reino de lo homogéneo. La ficción representa una amenaza para el mundo, y el mundo trata de conjurarla. Es una lucha desigual, que acaba a menudo en hospitales psiquiátricos o en enfermedad: Gógol quema sus cuartillas y muere; Flaubert, furioso, se adormece; Broch renuncia a escribir; Kafka calla; Danilo Kia paga cara su ironía& Pero la ficción siempre vuelve a renacer. Este libro es un manifiesto a favor de la libertad literaria.