John Harvey Kellogg, inventor de los celebérrimos corn flakes, montó un balneario en el que puso en práctica peculiares tratamientos consistentes en severísimas dietas, una más que generosa aplicación de enemas y una estricta abstinencia sexual. A ese templo de la «vida sana» llegan parejas en busca de salud y cosas menos confesadas, competidores en el negocio de los cereales matutinos y enloquecidos doctores dispuestos a poner en práctica curiosas técnicas de relajación genital. Llevada al cine por Alan Parker, con Anthony Hopkins como protagonista.