Cuando Turis acepta abandonar su puesto burocrático y entrar al seminario como espía de la 'Organización', el rencor es su razón de vivir. Ahora, dos años después, es como si ese sentimiento le hubiera sido quitado. Por fin entiende que lo importante no es quién es él sino qué lugar ocupa dentro de la Iglesia, trabajando por ella, sin fe ni riesgo para su vida.